por Manuel de la Fuente (ABC Cultural)
Rubén Darío, andarás por ahí, en el cielo que tú pintaste más que nadie de «Azul», celebrando hoy tu cumpleaños, ciento cuarenta y seis tacos, nicaragüense, periodista y diplomático, siempre sin una perra y sobre todo poeta, tan grande, tan querido, tan admirado, tan aclamado, a este y al otro lado, el tuyo, del Atlántico. Cantaste a la Vida y la Esperanza, verso a verso y sorbo a sorbo, y hasta Juan Ramón te tuvo aprecio, tan caro viniendo del Jenio de Moguer, aunque Juan Valeradijera que usted sufría un grave, gravísimo, galicismo mental.
Pero es su modernista cumpleaños, don Rubén Darío, y por eso vamos a recordarle, también a sus cisnes, a sus musas, sus princesas, a sus rosas, sus jardines y sus fuentes, sus amores, sus adioses, sus clíos, euterpes, talías, eratos... Vamos pues, poeta, a por sus versos...
AMOR
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
LAS MUSAS
No protestéis con celo protestante,
contra el panal de rosas y claveles
en que Tiziano moja sus pinceles
y gusta el cielo de Beatrice el Dante.
Por eso existe el verso de diamante,
por eso el iris tiéndese y por eso
humano genio es celeste progreso.
Líricos cantan y meditan sabios:
por esos pechos y por esos labios.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
LA CARNE
¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla
-dijo Hugo-, ambrosía más bien, ¡oh maravilla!,
la vida se soporta,
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre es nuestro vino.
En ella está la lira,
en ella está la rosa,
en ella está la ciencia armoniosa,
en ella se respira
el perfume vital de toda cosa.
CISNES
El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
PRINCESA
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.
¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,
a encenderte los labios con su beso de amor!
Publicado en 1/18/2013 en en ABC Cultural.