¿Hacia dónde van
los «estudios hispánicos»?
La imagen actual de los estudios
hispánicos se acerca a la de esos cuadros en los cuales una figura esconde y a
la vez muestra otras. Resulta enigmática, por la poca visibilidad que tiene el
Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en Río
Piedras, sin olvidar que existen los de Mayagüez y Cayey (hoy de español). En
sus primeros, años el departamento de Río Piedras fue la reorganización del
antiguo departamento de español y tuvo una gran exposición nacional e
internacional desde el momento en que asumiera el nombre que aún ostenta:
Departamento de Estudios Hispánicos. Fue el primer departamento con grado de
maestría desde 1927. Se ha pensado que por ser «estudios hispánicos» tiene un
carácter hispanófilo. Esta no era, precisamente, la manera en que lo definía
Federico de Onís, su primer director, y organizador, junto con Antonio S.
Pedreira y Concha Meléndez. Para Onís lo hispánico era un mosaico que abarcaba
la cultura de la Península Ibérica (incluyendo su folklor y música) y aquellos
lugares a los cuales se habían extendido en Iberoamérica, África, Filipinas y
Estados Unidos, en diálogo con la cultura universal. Sin embargo, Onís renuncia
súbitamente al puesto de director y regresa a la Universidad de Columbia en
1929, cuando la Junta de Síndicos destituyó al canciller Thomas Benner. Le
sigue, como director, Antonio S. Pedreira. A pesar de que se tiene una imagen
muy negativa de Pedreira ─como hispanófilo─, Pedreira estudió
desde muy temprano la vida y la obra de Eugenio María de Hostos, tanto en su
maestría en Columbia University, como en Madrid, estudios que culminarían en su
libro titulado Hostos, ciudadano de
América. Desde muy temprano realizó una investigación monumental para
producir dos libros vinculados con Puerto Rico: Bibliografía Puertorriqueña y El
periodismo en Puerto Rico. Del mismo modo se ocupó de temas
puertorriqueños: «De los nombres de Puerto Rico», que se divulgó en el primer
número de la Revista de Estudios
Hispánicos (1928), La actualidad del
jíbaro (1937), El año terrible del 87
(1937), Insularismo (1934), Un hombre del pueblo: José Celso Barbosa (1937)
y Curiosidades literarias de Puerto Rico
(1939). Las primeras disertaciones que dirigió no eran hispanófilas tampoco.
Tuvo la intención de rescatar la literatura puertorriqueña y con los
estudiantes desarrollaron investigaciones para esclarecerla. Produjeron La novela en Puerto Rico, de Carmen
Gómez Tejera; El teatro en Puerto Rico,
de Antonia Sáez; La elegía VI de Juan de
Castellanos, de María Cadilla de Martínez, quien luego se doctoró en España
con la tesis La poesía popular en Puerto
Rico; El español de Puerto Rico en
los últimos treinta años, de Gerardo Sellés Solá; La vida y los tiempos de Manuel Fernández Juncos, de Pedro Conde; La mujer en la literatura puertorriqueña,
de Monserrate Santa Maíz; Alejandro Tapia
y Rivera: su vida y su obra, de Manuel García Díaz; La poesía en Puerto Rico, de Cesáreo Rosa-Nieves; El jíbaro en la literatura puertorriqueña,
de Ana Margarita Silva; José de Jesús
Esteves, el poeta, de Ismael Casalduc de Miranda; Félix Matos Bernier, su vida y su obra, de Carmen Rosa Díaz; José Antonio Negrón Sanjurjo, de Ángel
M. Mergal; La poesía modernista en Puerto
Rico, de Enrique A. Laguerre; Luis
Rodríguez Cabrero, vida y obra, de Lidia Fiol Bigas, entre otras dedicadas
a España e Hispanoamérica, donde sobresale la segunda disertación aprobada en
el Programa Graduado, redactada en inglés y titulada Rodo’s Doctrine of Americanism, de Vernon Dilworth. Fue Pedreira
quien también se encargó de estudiar la historia del príncipe Hamlet para
prologar el hermoso ensayo de Eugenio María de Hostos, titulado Hamlet: estudio crítico. Cabe destacar
que fue el posteriormente historiador Lidio Cruz Monclova, quien creó la
cátedra de Literatura Puertorriqueña. Una mujer, Concha Meléndez, se fue a
Columbia University a terminar su maestría y lo hizo con una tesis sobre el
poeta mexicano Amado Nervo. Luego se doctoró en la Universidad de México con
una tesis titulada La novela indianista
en Hispanoamérica. Margot Arce se doctoró en España con una valiosa
aportación al análisis de la poesía de Garcilaso de la Vega. Fueron pioneras en
sus respectivos campos y huelga decir que es necesario visitar sus tesis y
trabajos cuando de ambos temas se trata. Ambas realizaron estudios sobre
literatura española, puertorriqueña e hispanoamericana. El mismo Federico de
Onís difundió la poesía de Luis Palés Matos en su Antología de poesía española
e hispanoamericana de 1935, aunque esto lo hace desde Columbia University.
Luego realizará sendas antologías de Palés Matos y Evaristo Ribera Chevremont,
ya instalado nuevamente en la dirección del Departamento de Estudios
Hispánicos, ambas de 1957. Donó sus archivos y una parte considerable de su
biblioteca para formar lo que hoy se conoce como Seminario de Estudios
Hispánicos, que lleva su nombre Seminario Federico de Onís.
La magnitud del Departamento de
Estudios Hispánicos de Río Piedras se fue ampliando desde la metamorfosis que
tuvo la Escuela de Verano, instalada por primera vez en 1909, a juzgar por las
noticias de la época. El 27 de abril de 1909, el comisionado de Instrucción
anunció en el Boletín Mercantil de Puerto
Rico el establecimiento de una «escuela de verano de ocho semanas, desde el
5 de Julio hasta el 27 de Agosto, ambos inclusive, en el Departamento Normal de
la Universidad de Puerto Rico» (p. 5). Felipe Janer y Soler, Acting Dean de la
Escuela Normal, anunciaba la Escuela de Verano el 2 de julio de 1912, también
en las páginas del Boletín Mercantil de
Puerto Rico (p. 9). Con la llegada desde la Universidad de Virginia de la
profesora Josephine W. Holt, esa Escuela de Verano se convirtió en espacio para
la preparación de maestros de español, estadounidenses, sobre todo. Holt tuvo
la idea perfecta de invitar a profesores españoles distinguidos y nos visitaron
Tomás Navarro Tomás, Américo Castro, Amado Alonso, Federico de Onís, Fernando
de los Ríos, Ángel del Río, Gabriela Mistral, con la cual comenzó la insuperada
gesta del Departamento de Estudios Hispánicos: tres profesores que han recibido
el Premio Nobel de Literatura. Los otros son Juan Ramón Jiménez y Mario Vargas
Llosa. Con el Premio Nobel de Juan Ramón, Puerto Rico y la Universidad
brillaron aún más. A ellos se suman otras figuras insignes que formaron parte
de nuestro claustro: Samuel Gili y Gaya, Ángel Rosemblat, Luis Alberto Sánchez,
Ciro Alegría, Pedro Salinas, Jorge Guillén. Pudimos tener entre nosotros a la
filósofa española María Zambrano, pero no pudo concretarse, a pesar de las
gestiones de Concha Meléndez. Recientemente, hemos tenido a los escritores
Leonardo Padura y Magali García Ramis como profesores.
La historia no se detuvo. Fue
notoria la solidaridad del Departamento de Estudios Hispánicos con la república
española cuando la muerte del poeta Federico García Lorca, como lo señala desde
Barcelona Aníbal Salazar Anglada en su extenso libro (Puerto Rico y la guerra civil española, 2022). Eran tiempos en que
Puerto Rico enfrentaba el asunto de la identidad nacional, que desde la
invasión estadounidense de 1898 fue tema capital. Rubén del Rosario emprendió
su estudio del español sin miedos al inglés ni a ninguna lengua, porque las
lenguas en contacto se enriquecen. El español sigue vivo y se metamorfosea,
como todas las lenguas vivas. En el Departamento de Estudios Hispánicos
estudiamos nuestra lengua desde todas las perspectivas, estudiamos el
bilingüismo, así como nos acercamos a la literatura mediante múltiples puntos
de vista. Quien se acerque a la literatura puertorriqueña necesita de la
literatura extranjera para poder analizarla con mayor profundidad. Ella misma
tiene textos escritos en latín, en inglés, en francés y hasta existe un poema
escrito en esperanto. Se titula «Dua kreanto» y lo escribió José A. Negrón
Sanjurjo. Por eso el estudio de las lenguas, de la historia, la filosofía, la
música, las artes, las humanidades en general, son necesarias en la formación de
quien desee acercarse a los estudios hispánicos. El Departamento de Estudios
Hispánicos está dispuesto al diálogo, a los estudios culturales e
interdisciplinarios. Cabe destacar que en el curso de investigación que
enseñaba Concha Meléndez, se dedicaba un apartado a la literatura comparada. Es
legítimo, porque la literatura comparada es un método de estudio y no una literatura
en sí. Para estudiar a Luis de Góngora es necesario referirnos a Ovidio. Para
estudiar a Garcilaso de la Vega, debemos recurrir a Petrarca. Para estudiar a
Cervantes, es necesario sumergirse en la literatura medieval, entre miles de
asuntos más. Para estudiar el romanticismo, el modernismo y la vanguardia, se
necesita salir a las literaturas europeas, estadounidense y latinoamericana,
además de la puertorriqueña, africana y filipina.
Con los años, se fue acumulando
logro tras logro una historia que está por escribirse. A ella se unieron
escritores de renombre como Francisco Matos Paoli, Luis Hernández Aquino,
Enrique A. Laguerre, Edwin Figueroa, Luis Rafael Sánchez, Mayra Santos Febres,
Sofía Cardona, quienes se unen a profesores del calibre de José Ferrer Canales,
Ramón Luis Acevedo, Mercedes López-Baralt, Juan G. Gelpí, Luce López-Baralt,
Matilde Albert Robatto, María Vaquero, Amparo Morales, José Luis Vega, María
Luisa Lugo, Félix Córdova Iturregui y un largo etcétera no menos importante.
Los estudios hispánicos no son
hispanófilos como podría pensarse. Hay que observarlos como un espacio para
acercarnos a la literatura sin gentilicios, sin etiquetas. Pueden estudiarse
los vínculos de Eugenio María de Hostos con William Shakespeare, la poesía de
Evaristo Ribera Chevremont en diálogo con la filosofía de Federico Nietzsche y los
mundos alternos de Camilo Flammarion, el diálogo de Nilita Vientós Gastón con
Henry James, la literatura fantástica, gótica, de ciencia ficción, todos los
temas posibles que la literatura nos ofrece, todas las evoluciones que tienen
los géneros literarios: cuento, novela, obra dramática, poesía épica, lírica,
satírica, y su diálogo con otras manifestaciones de la cultura: música, cine,
ópera, artes, canciones, grafitis, etc.
Quizás la frase «estudios
hispánicos» suene rancia y anticuada. Sin embargo, ellos han permitido a
sinnúmero de egresados engrosar las cátedras nacionales e internacionales y las
escuelas y colegios del País. La directora del Sistema de Bibliotecas del Recinto
de Río Piedras, doctora Nancy Abreu; uno de los ayudantes de la rectora Angélica
Varela Llavona, doctor Héctor Aponte Alequín; el director del Departamento de
Español del Recinto de Cayey, doctor Alejandro Carpio; la secretaria de la
Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, doctora María Inés Castro; el
director de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, entre tantos, tienen
la mancha del plátano de los estudios hispánicos. Casi centenario, a sus 97
años, el Departamento de Estudios Hispánicos sigue evolucionando atento a los
cambios tecnológicos y culturales. La Revista
de Estudios Hispánicos está al día y se puede consultar gratuitamente en el
Portal de Revistas Académicas de la Universidad de Puerto Rico, incluyendo sus
primeros números de 1928. En la encrucijada que vivimos, los estudios
hispánicos pueden ser un oasis para quienes deseen estudiar todos los asuntos de
la vida que la literatura y las humanidades en general sean capaces de abarcar.
Miguel Ángel Náter,
Ph. D.
Director del Seminario
Federico de Onís
Universidad de
Puerto Rico
6 de mayo de 2024